Cada año, miles de animales en el mundo entero son utilizados como una atracción turística. De acuerdo con cifras compartidas por la Asociación Civil FAADA, son más de 1000 millones de turistas, los que recorren el globo terráqueo en búsqueda de nuevas experiencias y ya sea deseándolo o no, se topan con la oportunidad de realizar alguna actividad en la que un animal está involucrado.

En el puerto de Acapulco, en México, los caballos caminan durante horas jalando una calandria (un tipo de carruaje adornado) desde la mañana hasta altas horas de la noche, por la avenida principal, sin importar que la temperatura supere los 30 grados. En Tailandia, los elefantes son sacados de su hábitat, golpeados y amaestrados, con la intención de colocar una silla en su lomo y que los turistas puedan recorrer el país asiático, desde la comodidad de uno de los animales más grandes del mundo. En Egipto, los camellos también trabajan durante jornadas titánicas, recorriendo el mismo camino cientos de veces, paseando a personas de distintas nacionalidades.

Desde 1979, a raíz del informe Brambell, se reconocieron en la Unión Europea las llamadas 5 libertades necesarias que asegurar el bienestar animal.

  • No padecer hambre ni sed
  • Ausencia de incomodidad
  • No sufrir dolor, heridas o enfermedades
  • Libertad para expresar su comportamiento natural
  • No sufrir miedo ni angustia

Sin embargo y a pesar de que estas libertades están reconocidas en el mundo entero, los animales siguen estando en cautiverio, teniendo jornadas de trabajo los 365 días del año y siendo sometidos a castigos físicos, bajo el supuesto de que están siendo educados.

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