En la prisión de Pendleton, en Indiana, sucede algo inesperado: los internos con mejor comportamiento tienen la oportunidad de convivir con gatos rescatados. Sí, gatos. Pero no es solo por gusto, sino un programa de rehabilitación con un impacto profundo tanto en los prisioneros como en los propios felinos.

Se llama FORWARD y, desde 2015, ha logrado cambiar muchas vidas. La idea es simple pero poderosa: los internos seleccionados cuidan, alimentan y conviven con gatos que han sufrido maltrato y que no fueron adoptados debido a su dificultad para socializar. Poco a poco, tanto los reclusos como los gatos aprenden a confiar de nuevo, formando un vínculo que beneficia a ambos.

Los requisitos para participar en el programa no son fáciles. Los presos deben demostrar buena conducta, estabilidad emocional higiene personal. Si cumplen con estos criterios, pueden recibir a uno de los felinos rescatados y convertirse en sus cuidadores. Pero no se trata solo de darles comida y agua: reciben capacitación especial para entender sus necesidades, crearles juguetes y hasta hacerles pequeñas prendas de ropa.

El programa ya cuenta con más de 140 gatos, cada uno con su propia historia de superación. Al principio, muchos de ellos llegaban con miedo, agresividad o problemas de confianza. Pero el tiempo y el cuidado de sus nuevos dueños han transformado su comportamiento. Y lo mismo ha pasado con los internos, quienes encuentran en sus pequeños compañeros una razón para ser mejores.

Los responsables del programa aseguran que la presencia de los gatos ha reducido el estrés y la ansiedad dentro de la prisión. Además, tener un gato se ha convertido en un incentivo para que los internos mantengan una conducta ejemplar, ya que no todos pueden acceder a este beneficio.

Esta iniciativa demuestra que la rehabilitación puede tomar formas inesperadas. A veces, la compañía de un pequeño amigo de cuatro patas es todo lo que se necesita para cambiar una vida.

En un giro sorprendente, un estudio llevado a cabo por la Universidad de Cambridge ha dejado claro que las peleas entre hermanos no solo son inevitables, sino que también desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de habilidades sociales y cognitivas de los niños. Los investigadores, liderados por Claire Hughes del Newnham College de Cambridge, examinaron a 250 niños en un estudio que abarcó cinco años, y los resultados son reveladores.

Contrario a la creencia común de que las peleas entre hermanos pueden ser perjudiciales para las relaciones familiares, este estudio demuestra que los desacuerdos entre hermanos contribuyen positivamente al desarrollo de habilidades sociales, vocabulario y madurez emocional en general. Hughes destacó que los conflictos entre hermanos alimentan el espíritu competitivo, lo que se traduce en beneficios significativos en etapas posteriores de la vida.

Las disputas entre hermanos son un terreno de práctica vital que permite a los niños aprender a resolver conflictos por sí mismos y a tolerar la frustración. La psicoterapeuta de niños y adolescentes, Inés Brock-Harder, señala que los conflictos son una oportunidad para que los niños adquieran tolerancia a la frustración, aprendan a aplazar sus necesidades y desarrollen habilidades esenciales para la vida.

A pesar de la preocupación de los padres sobre cómo estas peleas pueden afectar la unión familiar, los expertos sostienen que intervenir constantemente en los desacuerdos entre hermanos puede ser contraproducente. Estudios observacionales sugieren que los hermanos pueden pelear hasta ocho veces por hora durante la infancia, y es durante estos momentos que los niños aprenden a interactuar y resolver problemas de manera independiente.

Si bien es necesario intervenir si existe riesgo físico o psicológico, en situaciones normales, los padres pueden beneficiarse al permitir que los niños resuelvan sus desacuerdos por sí mismos. Nicola Schmidt, experta en educación, sugiere que en ausencia de daño físico o emocional grave, respirar profundamente y dar espacio a los niños para resolver el conflicto puede ser más beneficioso.

Claire Hughes, autora del libro “Social Understanding and Social Lives,” destaca la importancia de la rivalidad entre hermanos en el desarrollo emocional y mental de los niños. La capacidad de manejar las luchas de poder, resolver diferencias, mostrar asertividad, poner límites, negociar y llegar a acuerdos son habilidades cruciales que los niños pueden aprender a través de estas peleas.

A pesar de la mala reputación que a menudo se asocia con la agresividad infantil, la psicóloga Elisenda Pascual destaca el lado positivo, describiéndola como una herramienta indispensable para prevenir abusos. La expresión regular de la agresividad, incluso entre hermanos, puede ser canalizada de manera positiva, proporcionando a los niños un espacio para aprender y crecer.