
Las playas de Bali solían ser un paraíso, pero cuando Kevin Kumala regresó a su tierra después de una década en el extranjero, encontró un escenario alarmante. Montones de plástico flotaban en el agua cristalina y se acumulaban en la arena dorada.
El daño era innegable: peces atrapados en bolsas, tortugas confundiendo residuos con alimento y corales cubiertos de basura. Fue en ese momento cuando decidió hacer algo al respecto.
¡La solución que ideó fue tan simple como brillante!
Inspirado en la naturaleza y en su conocimiento como biólogo, comenzó a experimentar con la yuca, un tubérculo abundante en Indonesia. La idea era clara: crear un material que cumpliera la misma función que el plástico, pero sin dejar huella en el planeta. Así nació una bolsa biodegradable que no solo se descompone en menos de 100 días, sino que, si termina en el mar, puede convertirse en alimento para los peces sin causarles ningún daño.
Para lograrlo, replicó el proceso de fabricación de las bolsas tradicionales, pero en lugar de usar derivados del petróleo, empleó almidón de yuca. El resultado fue un material resistente, flexible y completamente biodegradable. Con esta innovación, fundó Avani Eco, una empresa dedicada a desarrollar productos sustentables que van más allá de las bolsas, incluyendo envases para alimentos hechos de caña de azúcar y popotes de almidón de maíz.
El mayor desafío para este invento es su costo. Cada bolsa de yuca cuesta aproximadamente cinco céntimos de dólar, más del doble que una de plástico convencional. Sin embargo, el impacto ambiental que evita es incalculable. Mientras que una bolsa plástica puede tardar siglos en degradarse, contaminando suelos y mares, estas bolsas ecológicas desaparecen sin dejar rastro en cuestión de meses o incluso minutos si se sumergen en agua caliente.
En diferentes partes del mundo, la solución de Kumala está ganando popularidad. En México, la empresa Wave Ecosolutions comercializa estas bolsas biodegradables, ofreciendo una alternativa real para quienes buscan reducir su impacto ambiental sin renunciar a la practicidad.
¡La revolución ecológica está en marcha!
Pequeñas decisiones como cambiar una simple bolsa podrían marcar la diferencia entre un océano lleno de vida o uno asfixiado por el plástico. Tal vez el futuro no esté en eliminar el uso de bolsas, sino en hacerlas desaparecer de forma natural.
Y tu ¿te sumas a este movimiento?