¿Montar a caballo sin caballo?

Suena raro, pero es la nueva tendencia que está arrasando en Finlandia y cada vez tiene más seguidores en el mundo: la equitación vegana, también conocida como hobbyhorsing. Este deporte mezcla el veganismo y la equitación tradicional, pero con una gran diferencia: aquí, los caballos son palos con cabezas equinas de madera, y tú eres el verdadero “animal”.

La equitación vegana no es una broma; es un deporte reconocido en Finlandia, especialmente popular entre las mujeres jóvenes. ¿Cómo funciona? Se trata de trotar, saltar obstáculos y hacer acrobacias con un palo adornado con la cabeza de un caballo, lo que imita los movimientos de la equitación clásica. En lugar de preocuparse por el bienestar del animal, los practicantes de hobbyhorsing se aseguran de que ningún ser vivo sufra en las competencias. “No molestan a nadie, no maltratan ningún animal, no le veo ningún problema”, defienden algunos aficionados.

Aunque suene absurdo, esta disciplina no solo se practica en Finlandia; hay torneos que reúnen a miles de espectadores. En 2023, el campeonato en Seinäjoki atrajo a 10,000 personas, un récord para este peculiar deporte. Sin embargo, no todos están convencidos. En redes sociales, muchos califican esta práctica como “ridícula“, comentan irónicamente algunos críticos en internet.

A pesar de las burlas, los fanáticos de la equitación vegana defienden su creatividad y la oportunidad de inventar nuevas razas para sus caballos de palo. “El fenómeno del hobbyhorsing implica imaginación, innovación y una forma independiente de pensar”, comentan desde la web This is Finland, destacando el orgullo nacional que sienten por esta inusual práctica.

Aunque parece una moda pasajera, la equitación vegana ya ha empezado a ganar adeptos en países como Suecia, Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos. ¿Su atractivo? La mezcla de actividad física, creatividad y la oportunidad de participar sin maltratar a ningún animal.

Si eres de los que buscan algo diferente, ya puedes unirte a esta comunidad y crear tu propio caballo de palo. Quién sabe, ¡podrías ser el próximo campeón en uno de los torneos más curiosos y comentados del mundo!

Determinación. Esa es la palabra que describirá eternamente a Elena, la mujer que no sólo amó a los equinos, sino que los convirtió en causa, ejemplo, decisión y lucha.

Su amor por los caballos inició cuando era una bebe , sin embargo, ese sentimiento creció junto con ella. A lo largo de su historia, adoptó poco más de 350 caballos, decenas de burros y becerros quienes lo único que habían conocido, era la inmundicia del ser humano. Elena se encargó entonces de mostrarles la otra cara, la que sólo los que aman profundamente a los animales, logra sacar a relucir. En retorno fue amada por toda su manada.

Su causa estuvo a punto de claudicar durante la pandemia del Covid-19 pues con el encierro y el miedo colectivo, los donativos y su trabajo disminuyeron a tal grado, que tuvo que tomar decisiones; O tiraba la toalla y se despedía de sus mejores amigos, o abría un Only Fans para generar dinero… Hizo lo segundo.

Con esa belleza inconmensurable, valentía frente al que dirán y autenticidad en cada una de sus acciones, se convirtió en la modelo de dicha plataforma más famosa de todo México. Cada centavo que recaudó, lo utilizó íntegramente en la recuperación, mantenimiento, alimentación, veterinario y cuidado de sus cuacos.

En poco tiempo, se convirtió en lo que debería significar “influencer”. Usaba sus redes sociales para dar a conocer sus casos, recuperó a caballos en estado de salud deplorable, se peleó con todos aquellos que le pareciera estaban cometiendo una injusticia, llegó hasta las cortes mexicanas y gracias a ella, la zoofilia es hoy, en Puebla, un delito que se paga con cárcel.

Pero no sólo eso. En un México machista, dejó atrás el sello que podría haberla perseguido como “La modelo de Only” para convertirse en la activista más destacada en la nación que le vio nacer, en contra de la violencia y la crueldad animal.

Su historia en la tierra duró apenas 30 años. No necesitó más para ganarse el respeto, la admiración y el cariño de cientos de miles de personas. Nos toca imaginar que habría pasado, si su recorrido en este plano hubiera dado para un poco, sólo un poquito más.

Su legado se llama Cuacolandia y ahí, su Rompope, su Igor, su Mila, se quedarán extrañándola para siempre. La única manera de recordarla, ojalá sea, manteniendo vivo, funcional y abierto ese espacio que no sólo soñó, sino que tuvo el coraje de hacer realidad.

Elena es fue y será, la muestra inequívoca de que un mundo sin violencia contra los animales, siempre será posible y, aunque desde ya, su ausencia se siente en este planeta, ella se fue cumpliendo su palabra. Logró dejar un mundo, mejor del que encontró.

¡Hasta siempre Elena Larrea!