Muy temprano, mientras muchos aún dorminmos o apenas abren sus celularea para saber qué pasó en el mundo, alguien que ya está haciendo historia sin buscar aplausos, ni likes. En los canales mágicos de Xochimilco, donde la Ciudad de México aún guarda un pedazo de su alma ancestral, navega en solitario un kayak con una misión inesperada: rescatar del olvido —y de la basura— un patrimonio vivo.

El protagonista de esta historia No es un influencer, ni un político, ni un activista con micrófono. Es Omar Menchaca, un ingeniero de minas jubilado que cambió los metales por el agua, las oficinas por las chinampas, y que ahora rema cada mañana con un propósito claro: limpiar.

Pero esto no es solo recoger botellas flotantes o bolsas atrapadas entre lirios. Es remar contra corriente, literalmente. Porque mientras las trajineras bailan entre cumbias, risas y tacos, muchas veces dejan tras de sí un rastro de descuido. Y ahí está Omar, sin reflectores, devolviendo dignidad a un ecosistema que todavía respira entre trajineras y selfies.

Tiene 66 años, y su kayak parece una extensión de su cuerpo. Su ritmo es constante, como quien ya entendió que cambiar el mundo no es un sprint, sino una carrera de fondo. Es atleta, guía, contador de historias prehispánicas y maestro accidental de niños que, al verlo, también quieren limpiar.

Lo que hace es simple, pero inmenso. Recolecta residuos mientras otros los ignoran. Navega por senderos de agua que él quiere conservar puros. Y lo hace todos los días, sin pedir nada a cambio. Su kayak, muchas veces, regresa tan lleno de basura que parece que transporta los pecados ajenos.

¿Quién limpia después de la fiesta? ¿Quién cuida lo que no todos ven? Omar no predica con discursos, sino con hechos.

Xochimilco no solo es un lugar bonito para pasear. Es un espejo de lo que fuimos y de lo que podríamos perder si no empezamos a remar todos juntos y hacer con amor este trabajo tan simple de amor como cuidarlo y protegerlo.

Hay descubrimientos científicos que parecen salidos de una peli de ciencia ficción, pero que son muy reales. Este es uno de ellos. Y aunque comienza en ratones, termina con una posibilidad para nosotros, los seres humanos.

Imagina esto: tomas un poco de sol, tu cuerpo produce vitamina D, y de alguna manera eso ayuda a que una bacteria buena crezca en tu intestino. Esa bacteria, sin que tú lo notes, podría ayudar a tu sistema inmunológico a defenderte mejor del cáncer. No es magia, es ciencia… y acaba de pasar.

Un grupo de investigadores de Reino Unido, Estados Unidos y Dinamarca acaba de descubrir que una dieta rica en vitamina D ayuda a los ratones a resistir mejor los tumores. ¿Cómo? La vitamina no ataca al cáncer directamente, sino que cambia el ambiente del intestino para que aparezca más Bacteroides fragilis—una bacteria que, al parecer, activa las defensas del cuerpo contra el cáncer.

Y sí, aunque esto se probó en ratones, también se revisaron datos de más de 1.5 millones de personas en Dinamarca. ¿El patrón? Quienes tenían menos vitamina D presentaban un mayor riesgo de cáncer, y quienes tenían niveles más altos respondían mejor a ciertos tratamientos.

¿Significa esto que debes correr a la farmacia por suplementos o quedarte bajo el sol como lagartija? No. Pero sí abre una conversación súper interesante sobre cómo el cuerpo, el sol, la alimentación y esas bacterias que viven dentro de ti están más conectados de lo que creíamos.

Este estudio no da respuestas absolutas, pero sí una pista poderosa: mantener niveles adecuados de vitamina D podría ser más importante de lo que pensábamos. Y si a eso le sumamos una alimentación que cuide tu microbiota intestinal… tal vez estemos más cerca de encontrar aliados invisibles en nuestra lucha contra enfermedades grandes.

¿Quién iba a pensar que el intestino y el sol podrían formar equipo en algo tan grande?

¡Fascinante!… cada día, la ciencia nos sorprende más. 

Veracruz suma un nuevo aliado en la lucha contra la contaminación plástica: el innovador Centro de Reciclaje de PETGAS en Plaza Mocambo. Si alguna vez te preguntaste qué pasa con todo ese plástico que tiramos sin pensar, aquí tienes la respuesta: se puede convertir en energía limpia y poderosa.

PETGAS, una empresa mexicana con una misión verde, transforma residuos plásticos que normalmente terminarían en el mar lleno de combustibles como gasolina ultra premium, diésel bajo en azufre, queroseno, gas o simplemente basura y plástico.

Este proyecto sustentable aterriza en Veracruz con un claro objetivo: descontaminar el Golfo de México y educar a la gente sobre la importancia del reciclaje.

El centro de reciclaje en Plaza Mocambo no es solo un punto de recolección; es un espacio donde puedes aprender sobre tecnologías sustentables y ver de cerca cómo lo que consideramos “basura” puede tener una segunda vida útil. Lo mejor de todo es que cualquier persona puede sumarse a esta iniciativa. Solo tienes que llevar tus residuos plásticos y ser parte del cambio.

Este modelo de reciclaje ya ha sido un éxito en lugares como Tulum, Quintana Roo, y Granada, Colombia. Ahora, en Veracruz, busca impactar de manera positiva tanto en el medio ambiente como en la mentalidad de sus habitantes

La invitación está abierta: si quieres poner tu granito de arena por el planeta, visita el Centro de Reciclaje PETGAS en Plaza Mocambo (zona de estacionamiento, exterior #2).

El cambio comienza con pequeñas acciones, y esta es una oportunidad perfecta para contribuir sin complicaciones. Tu botella de plástico hoy, podría ser energía limpia mañana. 

Imagínate un material que imite la piel humana y, si se daña, pueda regenerarse por sí solo. ¿Suena a ciencia ficción? Pero es real. 

Científicos han creado un hidrogel que es tan flexible y resistente como la piel humana y, lo más sorprendente, puede curarse por sí mismo en solo 24 horas. Este descubrimiento, publicado en la revista Nature Materials, podría cambiar la medicina para siempre.

Los hidrogeles ya se usan en tratamientos médicos, pero hasta ahora solo podían copiar una característica de la piel: o su resistencia o su capacidad de regeneración. Este nuevo material logra ambas cosas gracias a unas pequeñas capas de arcilla llamadas nanohojas. Cada milímetro de hidrogel tiene 10,000 capas de estas nanohojas, lo que lo hace fuerte y flexible, igual que la piel real.

Para crearlo, los científicos mezclaron las nanohojas con agua y un polvo especial. Luego, lo expusieron a luz ultravioleta (UV), lo que hizo que las moléculas se unieran y formaran un gel sólido pero flexible. Dentro del gel, las moléculas se enredan como una maraña de hilos. Si se corta, los hilos vuelven a unirse y el material se regenera.

En solo cuatro horas, el hidrogel se repara hasta en un 90 %, y en 24 horas está completamente curado. Además, es tan resistente que podría usarse en medicina, como vendajes inteligentes o piel artificial para ayudar a personas con heridas graves.

Este invento es un gran paso para la ciencia. Aunque aún falta tiempo para que se use en hospitales, su potencial es enorme. En el futuro, podría ayudar a sanar heridas más rápido, evitar cirugías complicadas y mejorar la vida de muchas personas.

La ciencia sigue avanzando y con descubrimientos como este, el futuro de la medicina está cada vez más cerca. ¡Increíble!

No todos los héroes llevan capa, algunos prefieren agujas de crochet y lana. Esta es la historia de Alfred Date, mejor conocido como Alfie, un hombre que vivió más de 110 años en Australia y encontró en el tejido una forma de cambiar vidas… incluso las de los pingüinos.

En sus últimos años, Alfie descubrió una peculiar misión: tejer diminutos suéteres para ayudar pingüinos afectados por un derrame de petróleo en la costa. ¿La razón? Estas pequeñas aves, al entrar en contacto con el crudo, intentaban limpiarse con el pico, ingiriendo sustancias tóxicas. Los suéteres les permitían mantenerse abrigados y evitar que se lastimaran mientras eran rescatados y rehabilitados.

Cuando el hogar de ancianos donde vivía lanzó una convocatoria para apoyar a la Phillip Island Penguin Foundation, Alfie no lo dudó. Con sus más de 80 años de experiencia en el tejido, puso manos a la obra y creó piezas a la medida de estos diminutos habitantes del océano. Su dedicación se convirtió en una luz de esperanza para cientos de aves en peligro.

Pero su generosidad no se detuvo ahí. Además de los suéteres para pingüinos, Alfie tejió bufandas para sus amigos y gorros para bebés prematuros. Su única motivación era sencilla: ayudar a quienes lo necesitaban, sin importar cuán grandes o pequeños fueran.

Alfie continuó con su labor solidaria hasta su fallecimiento en 2016, dejando un legado de amor y altruismo que sigue inspirando al mundo. Su historia se hizo viral y conmovió a miles en redes sociales, recordándonos que los actos de bondad no tienen edad ni límites.

En un mundo donde a veces la indiferencia parece reinar, la historia de Alfie nos demuestra que incluso los gestos pequeños pueden marcar una enorme diferencia. 

El futuro de la energía solar en México está a punto de dar un giro sorprendente

¿Sabías que los paneles solares también tienen un ciclo de vida y que, cuando dejan de funcionar, pueden convertirse en un problema ambiental

Pero tranquilos, aquí solo damos Buenas Noticias, por lo que no todo está perdido. Rafiqui, una nueva planta recicladora sin fines de lucro, ha llegado para cambiar las reglas del juego y darle una segunda oportunidad a estos dispositivos.

Cada año, miles de paneles solares quedan fuera de servicio, ya sea porque han cumplido su ciclo de vidao porque no fueron instalados correctamente. Esto genera una cantidad impresionante de residuos tecnológicos que, sin un tratamiento adecuado, pueden terminar contaminando más de lo que ayudaron al planeta. Para el 2030, se estima que México tendrá 36,500 toneladas de estos residuos. Una locura, ¿no?

Aquí es donde entra Rafiqui. Esta planta, creada por empresas del sector de energía solar, tiene como objetivo procesar al menos 1,000 toneladas anuales de paneles en desuso. Pero no solo eso: también rescatará aquellos que aún tienen potencial para generar energía y los donará a comunidades vulnerables. Sí, leíste bien: paneles que parecían inservibles volverán a iluminar hogares donde más se necesitan. Un verdadero ejemplo de economía circular en acción.

Además de empresas líderes como Beetmann, Bright y Energía Real, Rafiqui cuenta con el apoyo de aliados como la Embajada Británica y la Agencia de Energías Renovables de Nuevo León. El proyecto busca recaudar 15 millones de pesos para arrancar operaciones en una sede que pronto será anunciada.

Este esfuerzo no solo evita toneladas de desperdicio, sino que refuerza el compromiso con el medio ambiente y la energía sostenible. Porque, si queremos un mundo impulsado por energía limpia, también debemos pensar en lo que hacemos con los residuos que genera. La solución ya está en marcha y, con iniciativas como esta, el futuro del planeta se ve más brillante que nunca.

Así que la próxima vez que veas un panel solar, recuerda: su historia no termina cuando deja de funcionar, su luz puede seguir brillando en otros rincones del mundo.

Imagina que un día, un accidente o una enfermedad pudiera cortar completamente la conexión entre tu cerebro y tus piernas. Para quienes viven con paraplejia, esa realidad es una lucha diaria. Sin embargo, una investigación revolucionaria en España ha traído una chispa de esperanza. Científicos del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM-CSIC) han logrado reconectar una médula espinal completamente seccionada en un modelo de rata. ¿El secreto? Una espuma de grafeno.

Este avance, que ha sido considerado un paso gigantesco, se basa en el uso de una espuma 3D hecha con óxido de grafeno reducido. Este material tiene la capacidad de crear un ambiente favorable para la reparación de tejidos en la médula espinal. Lo más impresionante es que, a pesar de que la médula se había seccionado por completo, la espuma ayudó a regenerar la conexión entre las neuronas, lo que hace que este hallazgo sea potencialmente crucial para pacientes parapléjicos.

El experimento mostró que cuando se implanta esta espuma en una médula espinal dañada, no solo se generan vasos sanguíneos que nutren el nuevo tejido, sino que las neuronas supervivientes logran proyectar sus prolongaciones a través de la espuma. Con el paso del tiempo, estas conexiones mejoran, y tras varios meses, las neuronas lograron reconectar con el cerebro, restaurando parcialmente la comunicación entre la médula espinal y el sistema nervioso central.

Este descubrimiento no solo abre nuevas puertas para el tratamiento de las lesiones medulares, sino que también representa un avance en la investigación de la nanotecnología aplicada a la medicina. En colaboración con el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, los científicos continúan perfeccionando este tratamiento, que podría cambiar el destino de miles de personas que hoy viven con los efectos de lesiones medulares.

Aunque aún queda mucho por hacer, los avances obtenidos gracias a la nanotecnología y el grafeno prometen una nueva era de tratamientos para la paraplejia. Quizá, algún día, esta investigación pueda ser la clave para curar lo que antes parecía incurable. 

A veces la vibración del teléfono al interrumpir la rutina diaria, con un mensaje de texto en la pantalla puede ser el mejor de tu vida

Ahora, no es una oferta comercial, ni un recordatorio de pago, sino algo mucho más poderoso: una notificación que dice que tu sangre ha salvado una vida. Es un simple mensaje, pero contiene un impacto gigantesco.

En Sueciadonar sangre no es solo un acto altruista; es una experiencia transformadora. A través de una iniciativa innovadora, el país ha implementado un sistema que notifica a los donantes cada vez que su sangre es utilizada para salvar a alguien. Primero, un mensaje de agradecimiento tras la donación. Después, el verdadero impacto: la confirmación de que su sangre ha hecho la diferencia en un hospital, en una persona que nunca conocerán, pero cuya vida ha cambiado gracias a ese gesto.

El número de donantes de sangre ha estado en declive en todo el mundo, pero Suecia ha encontrado una forma de revertir esta tendenciaconectar emocionalmente a los donantes con el impacto real de su acción. La sensación de saber que un pequeño momento en una camilla de donación ha tenido consecuencias tan grandes refuerza la motivación para volver a donar. Porque donar sangre es sencillo, pero la diferencia que marca es inmensa.

Este programa, que lleva tres años funcionando con éxito en Estocolmo y se está extendiendo a todo el país, ha logrado hacer que los donantes se sientan parte de algo más grande. No se trata solo de extraer sangre y olvidarse del proceso; ahora, cada persona que dona es testigo directo de su contribución a la vida de alguien más.

En una era en la que las notificaciones inundan nuestras pantallas con noticias efímeras, este mensaje tiene un valor diferente. Es un recordatorio de que pequeños actos pueden cambiar destinos, de que la empatía puede digitalizarse y de que, a veces, un simple “gracias” puede ser suficiente para salvar el mundo, una gota de sangre a la vez.

En un laboratorio del Tecnológico de Monterrey, la ciencia y la gastronomía han convergido para crear algo que hasta hace unos años parecía sacado de la ciencia ficción: carne impresa en 3D. Tal y como lo leen.

No se trata de carne convencional, sino de un filete vegetal con la apariencia, textura y sabor sorprendentemente similares a los de la carne real. Un avance que no solo desafía la percepción de la comida, sino que también representa un gran paso hacia un futuro más sostenible.

Todo comenzó con una idea que parecía imposible. Lilu Lam Aguilar, una joven apasionada por la ciencia y la gastronomía, soñaba desde niña con un árbol que pudiera dar carne. Ese pensamiento infantil se convirtió en una realidad cuando la investigación en regeneración muscular humana se combinó con el potencial de la impresión 3D. El resultado fue un filete vegetal que imita la estructura del tejido animal, elaborado con ingredientes como proteína de chícharo, aceite de coco y una raíz oriental que emula el tejido conectivo.

La impresora 3D desarrollada por los científicos puede producir hasta cinco kilogramos de este filete vegetal al día. Lo más impresionante es que no solo luce como carne, sino que también tiene la misma jugosidad y resistencia al corte que un filete de res. El producto ha sido sometido a rigurosas pruebas culinarias y ha demostrado ser lo suficientemente versátil como para replicar platillos tradicionales mexicanos, desde fajitas hasta tacos al pastor.

Más allá de su impacto en la gastronomía, este desarrollo es una solución real al desafío del cambio climático. La producción de carne vegetal requiere menos agua, tierra y energía que la ganadería tradicional, reduciendo significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, es una alternativa ideal para quienes buscan reducir su consumo de carne sin renunciar a la experiencia sensorial de un buen filete.

Este avance no se detiene aquí. El equipo del Tecnológico de Monterrey ya trabaja en un proyecto aún más ambicioso: la carne cultivada en laboratorio. Aunque aún falta camino por recorrer, esta innovación promete cambiar para siempre la forma en que consumimos proteínas y marca el inicio de una nueva era en la industria alimentaria.

En una ciudad caliente como São Paulo, donde el sol brilla todo el año y el clima tropical se aleja miles de kilómetros de la gélida tundra ártica, ocurrió algo tan increíble como inesperado: el nacimiento de Nur, la primera osezna polar nacida en América Latina. Esta pequeña ha venido a demostrar que, aunque el mundo cambie, siempre hay espacio para la esperanza.

Aurora, su madre, empezó a comportarse de manera diferente meses antes del gran día. Alejada de la rutina y buscando refugio, se retiró a una cueva artificial, un gesto instintivo que la naturaleza le dictó, como si el aire frío del Ártico ya estuviera en sus venas. Cuando Nur llegó al mundo, sin pelo y frágil, el primer grito de vida rompió la quietud del ambiente, anunciando que había algo especial a punto de suceder.

En la naturaleza, no todos los oseznos sobreviven sus primeras horas, pero Nur tenía algo que la hizo diferente: la protección imparable de su madre. Aurora, con un cuidado impresionante, la abrazó, la lamió y la mantuvo cerca de su cuerpo, regalándole el calor que solo una madre puede ofrecer. Este primer contacto fue un punto de inflexión crucial en su vida, y también en la historia de los osos polares.

Lo increíble de Nur es que su nacimiento no es solo una historia conmovedora, sino un símbolo de resistencia. Vive en un lugar muy lejano de su hogar natural, pero su llegada demuestra que, incluso cuando las condiciones parecen imposibles, la vida tiene maneras asombrosas de abrirse camino. Con el apoyo humano, Nur se ha convertido en un emblema de esperanza para una especie que se enfrenta a desafíos enormes, como el deshielo en el Ártico.

Esta osezna, nacida en Brasil, lleva consigo el legado de Peregrino, su padre, quien junto a Aurora, ha hecho historia. Si bien el futuro de los osos polares sigue siendo incierto, el nacimiento de Nur nos recuerda que, cuando se lucha por el bienestar de la naturaleza, hasta los milagros pueden suceder.