Cuando se trata de ingenio y talento, los mexicanos “nos pintamos solos”. Para muestra de ello, es un estudiante oaxaqueño de 15 años que actualmente cursa el primer semestre del bachillerato quien logró construir un robot funcional hecho con materiales reciclados.

Ni él imaginaba que su curiosidad y creatividad que desde niño lo abrumaba sobre cómo funcionan las cosas se hiciera realidad a través de la feria de conocimiento que se organizó en su escuela y creara un robot hecho con tan pocos materiales de reciclaje que tenía a la mano como cables, un garrafón de agua, un envase de mayonesa, cartón, y una gorra usada.

Su nombre es Daniel Grapain Moreno y este alumno del Centro de Bachillerato Tecnológico Agropecuario (CBTA) Número 158 de la comunidad de Santo Domingo Zanatepec, en Juchitán, Oaxaca bautizó a su robot con el nombre de ‘Larry’, quien puede mover sus manos y cabeza, además de utilizar una plataforma para poder desplazarse y una bocina para hablar.

El joven, quien todos los días recorre 20 kilómetros desde su casa a la escuela relató que en un primer intentó hacer un robot llamado Astrorobot, sin embargo, este no pudo concretarse debido a que tenía que cumplir con sus tareas como estudiante. 

Eventualmente, comenzó a planear su nuevo proyecto, pero esta vez con materiales reciclables y explicó del proceso de “Larry” a su Maestro Marciano, un profesor “influencer” de Oaxaca que se hace llamar de este modo en sus redes. 

El robot humanoide funciona mediante una fuente de poder, creada de piezas de una computadora destartalada, el adolescente precisa que su intención era sacarle provecho a todo lo que tenía a su alrededor.

“Hola, me llamó Larry”, dice el robot antes de explicar que fue creado por Daniel y que no cuenta con inteligencia artificial, por lo que tiene que ser movido de manera remota por el estudiante, aunque presume que tiene bocinas con Bluetooth.

Como premio, el joven se hizo acreedor a un kit de electrónica y un reconocimiento por su creación, ante ello agradeció a sus maestros y amigos por alentarlo a continuar con su proyecto.

“Toda su formación es autodidacta, es un joven muy inteligente y muy creativo (…) Felicitaciones Daniel, eres increíble”, escribió el Maestro Marciano en su cuenta de Facebook.

También su tío fue una parte importante del proyecto, pues fue quién le enseñó a soldar los cables. Finalmente, Daniel espera que con este reconocimiento, en un futuro, sus proyectos de robótica lo ayuden a alcanzar una beca importante en una Universidad para seguir preparándose.

¿Puedes imaginar ser un experto en geometrías avanzadas tan sólo jugando cartas? Pero no son cualquier cartas, se llaman Dobble y tienen exactamente un punto en común, qué ocurre con las rectas del plano proyectivo.

El Dobble también conocido como Spot It!, se ha convertido en uno de los juegos de mesa más populares entre niños y adultos. Pese a su sencillez donde gana básicamente quien sea más rápido, su diseño está basado en un área de las matemáticas conocida como geometría proyectiva.

Y se preguntarán ¿ cómo se juega?

En primer lugar, este cuenta con 55 cartas, cada una con ocho símbolos diferentes, dispuestos de manera que, siempre, al tomar dos naipes cualesquiera, tienen un único símbolo en común. Al comenzar la partida se reparte una carta a cada jugador y se coloca el resto en una pila, boca arriba. La primera persona que identifica el símbolo que comparte su carta con la de la pila central, se la queda, mostrándose una nueva carta en el centro. El proceso se repite hasta agotar los naipes, y gana quien más haya acumulado. 

Así de simple, este sencillo pasatiempo se puede entender como una versión finita de la llamada geometría proyectiva. Una rama de las matemáticas que captura la idea de perspectiva, es decir, de cómo percibimos los objetos desde nuestro punto de vista como observadores. 

En la geometría proyectiva se formaliza esta idea y se establece, como propiedad fundamental del espacio, que cualquier par de rectas se cruza en un único punto. Dicho punto estará dentro del espacio, si las rectas se cortan en él; o bien será un punto en el infinito, si son paralelas, como en el caso de las vías del tren. 

Así, el plano proyectivo es una manera de ampliar el plano usual —también llamado cartesiano—, añadiendo a cada recta un punto del infinito, en el que dicha línea se corta con todas sus paralelas. La unión de todos los puntos del infinito forma, a su vez, una recta en el infinito —la línea del horizonte, en la analogía de las vías del tren—, que también tiene asociado un punto extra en el infinito.

El Dobble se corresponde con una geometría proyectiva finita concreta, en la que cada línea tiene exactamente ocho puntos —siete puntos en el espacio más uno en el infinito—. En el juego, los puntos son los símbolos que aparecen en las cartas y, cada carta, es una recta. Como ocurre en el plano proyectivo, cada dos líneas tienen exactamente un punto en común, es decir, cada dos cartas tienen exactamente un símbolo en común.

Aplicando un teorema básico de la geometría proyectiva, se deduce que el número de puntos tiene que ser igual al número de rectas; por tanto, hay también 57 rectas, o en nuestro caso, 57 cartas. Pero, ¡el Dobble tiene 55! El motivo por el que sus diseñadores eligieron 55 naipes en vez de 57 permanece como un misterio. Si tienes curiosidad, y también paciencia y tiempo, puedes tratar de descubrir cuáles son las dos cartas que faltan.

Existe varias versiones temáticas del juego debido a que se han vendido millones de copias, como la tradicional, la de Harry Potter, de Frozen o de Star Wars.