En un paso decisivo hacia la protección de la vida silvestre marina, el gobierno de las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur (SGSSI) ha anunciado la implementación de nuevas zonas de prohibición de pesca en su vasta área marina protegida. Este territorio británico de ultramar, situado a miles de kilómetros de la costa sureste de América del Sur, está tomando medidas audaces para preservar su frágil ecosistema marino, con especial atención a la vida dependiente del krill.

Desde 2012, el SGSSI había establecido una Área Marina Protegida (AMP) de 1,24 millones de kilómetros cuadrados alrededor de sus islas. Esta AMP prohibía la pesca de arrastre de fondo y la pesca en profundidades inferiores a 700 metros. Ahora, la expansión de la protección se manifiesta en dos importantes decisiones: se prohibirá la pesca en 166.000 kilómetros cuadrados adicionales dentro de esta área, lo que equivale a aproximadamente ocho veces el tamaño de Gales, y se impondrá una veda total sobre la pesca de krill en 17.000 kilómetros cuadrados adicionales.

Estas nuevas zonas de prohibición están diseñadas para proteger especies vitales que dependen del krill, un crustáceo pequeño pero crucial en la cadena alimentaria marina. Entre los beneficiarios de esta medida se encuentran las majestuosas ballenas barbadas, como las jorobadas (Megaptera novaeangliae) y las ballenas de aleta (Balaenoptera physalus), que migran anualmente hacia estas aguas para alimentarse del excedente de krill. Además, el krill es una fuente de alimento esencial para diversas especies de pingüinos y focas que habitan las islas y sus alrededores.

Philippa Latham, la ministra de Medio Ambiente de SGSSI, comentó “La biodiversidad marina de nuestra región es inigualable, y nuestra responsabilidad es garantizar su protección para las generaciones futuras. Con estas nuevas zonas de veda, estamos dando un paso firme para asegurar un ecosistema saludable y equilibrado”.

La implementación efectiva de estas zonas de veda requerirá una vigilancia rigurosa y una cooperación internacional para garantizar que las nuevas regulaciones se respeten y se mantengan. La comunidad científica y los ecologistas ven este movimiento como un modelo de cómo los territorios ultramarinos pueden desempeñar un papel crucial en la preservación del medio ambiente marino global.

El compromiso con la preservación de estos hábitats marinos es un testimonio de la responsabilidad compartida en la gestión de nuestros recursos naturales y la urgencia de actuar frente a las amenazas que enfrenta la vida silvestre en los océanos. Con estas medidas, se está asegurando que las aguas remotas del Atlántico Sur continúen siendo un refugio para la vida marina durante muchos años por venir.

Cada primavera, una legión de dedicados voluntarios se embarca en una misión nocturna que salva la vida de miles de anfibios en Inglaterra. Armados con linternas y vistiendo chaquetas de alta visibilidad, estos héroes anónimos recorren las carreteras oscuras para recoger y transportar de manera segura a sapos, ranas y tritones que, de otro modo, estarían destinados a ser aplastados bajo los neumáticos de los coches.

En toda Inglaterra, esta red de voluntarios ha logrado reducir en un 60% las muertes de anfibios en las carreteras. El impacto de su labor es innegable, y su esfuerzo ha transformado no solo la vida de estos pequeños animales, sino también la percepción sobre la importancia de proteger a estas especies.

Asó lo explica James Thornton, coordinador de uno de los grupos de rescate. “Es una tarea ardua, pero la recompensa de ver a estos animales cruzar la carretera de manera segura lo vale todo”. El trabajo no es fácil. Las noches son frías y oscuras, y los anfibios, pequeños y camuflados, son difíciles de ver en el asfalto. “Es como buscar una aguja en un pajar”, comenta Lisa Harper, una voluntaria con más de cinco años de experiencia. “Pero cuando logras salvar a uno, sientes que has hecho una diferencia real”.

Un ejemplo notable de este esfuerzo se encuentra en Bath, donde el grupo Charlcombe Toad Rescue ha operado desde 2003. Gracias a su dedicación, han logrado reducir las muertes de anfibios en cruces de carreteras del 60% al 3%. La labor del grupo Charlcombe no solo ha salvado más de 40,000 anfibios, sino que también ha sensibilizado a la comunidad local sobre la importancia de estos pequeños pero vitales seres.

La operación en Bath es tan organizada que cuenta con una lista de espera para unirse a los aproximadamente 50 voluntarios activos. Además, el grupo financia colectivamente 1,500 libras anuales para pagar el cierre temporal de la carretera principal durante la temporada de reproducción. “Es un pequeño precio a pagar para asegurar la supervivencia de nuestros sapos y ranas”, señala Williams.

Los sapos y ranas desempeñan un papel crucial en el ecosistema, controlando las poblaciones de insectos y manteniendo el equilibrio ecológico. “Estos animales son esenciales para nuestro medio ambiente”, explica Thornton. “Salvarlos no solo beneficia a los anfibios, sino a todo el ecosistema local”.

En una iniciativa histórica, los Everglades de Florida están siendo testigos de lo que se ha denominado “el proyecto de restauración ambiental más grande en la historia de la humanidad”. Este monumental esfuerzo busca revertir décadas de daño ambiental causado por la desconexión del lago Okeechobee del ecosistema de los Everglades, una intervención que afectó gravemente la calidad y cantidad del agua en la región.

El plan, con un presupuesto colosal de 20 mil millones de dólares, comprende más de 60 proyectos de infraestructura diseñados para restaurar el flujo natural del agua. Este ambicioso programa es comparable a una serie de “cirugías de bypass cardíaco” aplicadas a la vasta red de humedales, y solo el presupuesto del año fiscal 2024 de Florida incluyó una asignación de 740 millones de dólares para estos esfuerzos vitales.

Históricamente, el lago Okeechobee alimentaba gradualmente el extenso “río de pasto” de 300 millas de ancho que constituyen los Everglades. Sin embargo, el proyecto Drain the Everglades desconectó esta crucial fuente de agua, provocando una cascada de problemas ambientales. La pérdida de esta conexión ha llevado a la extinción de pastos marinos, el agravamiento de la marea roja, incendios forestales y la proliferación de algas verdiazules.

Reconectar el “corazón que late” del ecosistema, o el lago, con las millones de hectáreas que su agua refresca es el objetivo central de este esfuerzo de restauración moderno. El primer gran paso ha sido la construcción de un enorme embalse al sur del lago, que ya está parcialmente completado. El siguiente paso crucial será levantar la carretera Tamiami, un desvío de este a oeste que actualmente obstruye un importante flujo de agua hacia el sur de los Everglades.

Las plantaciones de azúcar de Florida representan un desafío significativo para los trabajos de restauración. El escurrimiento de los campos agrícolas contamina los Everglades, pero el estado ha respondido con la construcción del humedal artificial más grande del mundo, de 63.000 hectáreas, diseñado para capturar este escurrimiento. Este ingenioso proyecto ha sido financiado en parte por un impuesto a la contaminación que grava especialmente a las grandes plantaciones de azúcar.

Se estima que el embalse estará completado en 2036, y los expertos creen que no será hasta dentro de 15 años cuando el paisaje y la gente del sur de Florida comiencen a experimentar los beneficios tangibles de estos proyectos. Sin embargo, estos son pasos incrementales necesarios en un proyecto que, aunque no busca mover el cielo, ciertamente está moviendo la tierra para devolver la vida a este ecosistema único en el mundo.

Este esfuerzo de restauración no solo es una hazaña de ingeniería y planificación ambiental sin precedentes, sino también una promesa de esperanza para el futuro de los Everglades y las comunidades que dependen de ellos. Al devolver el flujo natural del agua, se espera que los humedales vuelvan a prosperar, proporcionando hábitats esenciales para la vida silvestre y beneficios ecológicos incalculables para la región.

Los Everglades, conocidos como el “río de pasto”, son un ecosistema incomparable en tamaño y complejidad. Esta restauración es un testimonio del compromiso humano para corregir los errores del pasado y proteger el medio ambiente para las generaciones futuras. 

Existen diversas acciones para ayudar a la conservación de esta especie en peligro, las cuales se focalizan en recuperar el equilibrio del lago de Xochimilco a través de la educación y del turismo ecológico y la puesta en marcha de trabajos de restauración del hábitat. Una de ellas, es la reproducción en cautiverio para la recuperación de sus poblaciones. La segunda es que lo utilizan para la investigación biomédica y fisiológica.

Diversas partes de las poblaciones del ajolote mexicano se encuentran protegidas dentro del Parque Ecológico de Xochimilco, las cuales incluye un proyecto para la conservación del ajolote. Además, por iniciativa del Darwin Initiative Project de Reino Unido, se lleva a cabo un plan de acción para el Manejo y Conservación del Ajolote en Xochimilco.

De acuerdo a la textos historicos, documentan su aparición en varios códices aztecas. Mientras que en la literatura científica fue en 1615 en un libro de historia natural, no obstate, fue hasta 200 años después cuando recibió un nombre científico.

Desde entonces, esta especie ha estado muy presente en la cultura mexicana, ya que se ha utilizado como alimento y en usos medicinales sin fundamento científico. Debido a su popularidad en los laboratorios y como mascota, desde 1989 se establecieron granjas de reproducción de axolotes a nivel internacional.

Los riesgos de la fama para el axolote ha sido la popularidad de estos animales como mascotas en las redes sociales. En 2023, se consiguieron al menos 3100 millones de visitas en inglés y 773,8 millones en español solo en TikTok.

El ‘Ambystoma mexicanum’, axolote mexicano o ajolote se encuentra en la Ciudad de México, únicamente en el complejo lacustre de Xochimilco, es una salamandra con la característica poco habitual de conservar sus rasgos larvales en su vida adulta. Esta condición se le conoce como neotenia, lo que significa que conserva su aleta dorsal de renacuajo -que recorre casi la totalidad de su cuerpo- y sus branquias externas, las cuales sobresalen de la parte trasera de su ancha cabeza en forma de plumas.

Este singular anfibio se encuentra en peligro crítico de extinción según la lista roja de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza, debido a la pérdida de hábitat, la introducción de especies invasoras en su hábitat, la sobreexplotación, la contaminación y su consumo como alimento. 

Esta especie emana dulzura y ternura por el tamaño de su cabeza y grandes ojos, lo que nos hace recordar a los bebés humanos, activando nuestro impulso de cuidar, explica Oriana Aragón, psicóloga social de la Universidad de Cincinnati, Estados Unidos.

“Es un animal que siempre está sonriendo, si tú lo ves enfermo, sano o muerto siempre se está riendo, nunca sabes lo que está pensando”, refirió Horacio Mena González, investigador del Instituto de Biología de la UNAM.

Para su conservación se ha impulsado el proyecto “Chinampa Refugio”, su objetivo es el rescate del anfibio. Así mismo, dentro de esas áreas se abren zanjas, se ponen compuertas, se rehabilita y reproduce el ecosistema original del ajolote. También, se colocan otras compuertas con filtros naturales (hechas con una gran diversidad de plantas) que limpian el agua. La idea es evitar la entrada de las especies exóticas que depredan los nidos y crías de los ajolotes.

Otra estrategia alterna que se está implementando está en la “Cantera Oriente de Ciudad Universitaria”. Allí, hay cuatro lagos que son estudiados para saber cuál se asemeja más a las condiciones de Xochimilco para encontrar una forma de salvarlo a él y su ecosistema. Después de tres años de investigación, seleccionaron el lago e introdujeron una pareja de ajolotes en un ambiente controlado y observaron cómo funciona su reproducción.