En una esquina cualquiera de Buenos Aires, Argentina algo poco común ocurre cada día: huele a guiso casero, suena música tranquila y se respira calidez. Pero lo que más se nota es que las manos que cocinan no son jóvenes, y eso no es un error: es la esencia de “Las nonas, Petrona y Ramona”.

Débora y Diego, una pareja de Tucumán, llegaron a la capital con lo justo, un embarazo en camino y muchas ganas de salir adelante. En medio de la incertidumbre, encontraron en la cocina no solo una fuente de ingresos, sino una forma de resistir. Comenzaron vendiendo empanadas y con el tiempo abrieron su primer local, “Abuela Maruca”. Pero no se quedaron ahí. Querían algo más grande, más significativo.

Así nació su actual restaurante, cuyo nombre es un homenaje a sus abuelas. Pero lo que lo hace realmente especial no es solo la comida —abundante, casera, llena de sabor a hogar— sino quiénes la preparan: todas personas jubiladasAbuelas y abuelos que, en vez de quedarse sin opciones, encontraron en este lugar una nueva razón para madrugar, una comunidad que los valora, y sobre todo, una segunda oportunidad.

No fue una decisión al azar. Tras probar con personal más joven que no terminaba de comprometerse, Débora apostó por lo que muchos ignoran: la sabiduría de la experiencia. Y no se equivocó. “Las nonas”no solo cocinan: abrazan, aconsejan, ríen, enseñan. Mónica, por ejemplo, se levanta a las 4:30 a. m. para llegar desde González Catán, con la misma energía con la que luego abraza a sus 11 nietos al volver a casa. Es que trabajar acá no es solo un empleo, es pertenecer.

Este restaurante es la prueba de que lo humano puede ser el corazón de un emprendimiento. De que no hace falta inventar algo nuevo para cambiar el mundo, a veces basta con mirar a quien la sociedad ya no ve. Y apostar por ellos.

Porque nunca es tarde para empezar de nuevo. Ni para cocinar con amor.

La creación de un baño público en una zona rural es además de importante, necesario para el bienestar de una sociedad, Sin embargo, el que esté a merced de un gran número de personas, sin la supervisión higiénica requerida, provoca que se convierta en una amenaza para dichas localidades, principalmente por temas se sanidad, pero también por temas como vandalismo y el desgaste del inmueble ante la falta de mantenimiento.

Justo para intentae resolver esta situación nació Garv Toilets en el 2016, un proyecto que instala baños públicos indestructibles cuyo objetivo principal es el mejorar la salud de las personas que viven en comunidades marginadas.

Fabricados con acero inoxidable resistente, sensores, paneles solares y biodigestores que los convierten en baños inteligentes, cuentan además, con una aplicación móvil que permite monitorear y mantener el funcionamiento óptimo de las instalaciones.

Fundado en Delhi, India, y desde entonces, ya se han instalado más de 2,000 baños entre India, Ghana, Nigeria y Sudáfrica subsidiados por los gobiernos locales por lo que el acceso a los servicios sanitarios de este tipo son públicos y gratuitos.

Garv Toilets ahora no sólo cuida la salud, sino restaura la dignidad y el orgullo de las personas que viven en pobreza o escasos recursos.

Pero como este problema, no es sólo de zonas rurales, sino que también se ven involucradas urbes y ciudades aglomeradas (como el caso de China) esta solución se ha diversificado. En China por ejemplo y por orden directa del presidente Xi Jinping, desde el 2017, se han construido o reconstruido 68,000 baños en todo el país, que siguen siendo pocos si tenemos en cuenta que en 2019, la población china asciende a 1,398 millones de habitantes, por lo tanto hay un toilette público cada 20,558 transeúntes.