La batalla contra la acumulación de desechos orgánicos y la promoción de prácticas sostenibles ha alcanzado un nuevo hito en Francia con la implementación del compostaje obligatorio en hogares y empresas a partir del pasado 1 de enero de 2024. Esta medida, respaldada por el gobierno francés, busca transformar cáscaras de huevo, posos de café, desechos de frutas y verduras, entre otros, en valiosos recursos como abono y fertilizantes.
Con aproximadamente un tercio de los residuos domésticos compuestos por desechos orgánicos, la iniciativa apunta a aliviar la carga de los vertederos y reducir la emisión de gases de efecto invernadero, contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático. Según estadísticas proporcionadas por el Ministerio de Transición Ecológica, alrededor del 40 por ciento de la población, equivalente a 27 millones de franceses, tendrá acceso a la clasificación de residuos orgánicos en 2024 mediante métodos como la recolección puerta a puerta o puntos de entrega voluntaria.
El compromiso del gobierno no se detiene aquí. Se respalda financieramente la transición hacia el compostaje con una inversión de 100 millones de euros de la Agencia de Medio Ambiente y Gestión de la Energía de Francia (Ademe), además de apoyarla con el Fondo Verde. Esta medida no solo busca gestionar de manera más efectiva los desechos, sino también fomentar la transición hacia energías renovables.
Una de las metas clave es alcanzar un 30 por ciento de materia orgánica presente en los residuos domésticos, convirtiendo lo que antes era desperdicio en valiosos recursos para la agricultura y la producción de energía. Además, el gobierno planea utilizar el compostaje para la metanización, aprovechando el metano generado por los desechos orgánicos para producir electricidad o calor, en línea con la ley de transición energética que busca aumentar el uso de fuentes renovables.
Si bien la separación de biorresiduos se ha implementado a nivel municipal en varios países europeos, incluyendo a Francia, la iniciativa francesa establece un precedente importante al hacer obligatorio el compostaje en hogares y empresas. Esta medida no solo aborda la preocupación ambiental relacionada con la gestión de residuos, sino que también contribuye a combatir el desperdicio de alimentos, un problema que representa aproximadamente el 16 por ciento de las emisiones totales del sistema alimentario de la UE, según la Comisión Europea.
Francia se une así a una tendencia creciente en Europa hacia prácticas más sostenibles en la gestión de residuos. Ciudades como Milán en Italia han liderado programas residenciales similares con éxito, mientras que países como Austria, los Países Bajos y Bélgica han implementado sistemas de compostaje doméstico generalizado.
El Reino Unido también está siguiendo el ejemplo, con planes para implementar la recolección selectiva de desechos de alimentos en 2023. Esta tendencia refleja un cambio hacia una mentalidad más ecológica y sostenible en toda Europa, donde la gestión de residuos se está convirtiendo en una prioridad para los gobiernos y los ciudadanos por igual.