En tiempos de incertidumbre y aislamiento, historias de bondad y conexión humana nos recuerdan la importancia de la empatía y la comunicación. Tal es el caso de Tallulah, una niña británica que, durante la cuarentena por COVID-19, desarrolló una tierna amistad con Tim, un cartero sordo.

Todo comenzó cuando Tallulah y su madre, Amy Roberts, se encontraron con Tim, el repartidor de la compañía Hermes, que pasaba frente a su casa una o dos veces por semana. Tim, que es sordo, enfrentaba desafíos para comunicarse con la mayoría de las personas en su ruta. Sin embargo, Tallulah decidió que quería conocer y hablar con él, pese a la barrera del lenguaje.

Amy, al ver el interés y la bondad de su hija, tomó la iniciativa de enseñarle a Tallulah la lengua de señas británica para que pudiera comunicarse con Tim. Así comenzó una hermosa historia de amistad y aprendizaje.

El vínculo entre Tallulah y Tim se fortaleció cuando la pequeña le dibujó un cartel con la palabra “gracias”. Tim, conmovido por el gesto, decidió llevar el cartel con orgullo en su furgoneta, convirtiéndolo en un símbolo de su conexión especial. Amy compartió esta conmovedora historia en las redes sociales, publicando un video donde explicaba cómo había surgido la amistad y cómo su hija había aprendido la lengua de señas para hablar con su nuevo amigo.

“Al principio del encierro, Tallulah le dibujó un cartel donde ponía ‘gracias’ y todavía lo lleva con orgullo en su furgoneta. Han construido una gran amistad en las últimas semanas”, escribió Amy en el tuit que acompañaba el video. La publicación rápidamente se viralizó, generando múltiples reacciones y destacando la bondad y la empatía de Tallulah.

La historia de Tallulah y Tim tocó el corazón de miles de personas en las redes sociales. Los comentarios elogiaban la iniciativa de la niña y su madre, destacando cómo pequeños actos de bondad pueden tener un impacto significativo en la vida de alguien. Muchos usuarios expresaron su admiración por Tallulah y su capacidad de aprender una nueva forma de comunicación para hacer feliz a otra persona.

Esta historia es un recordatorio poderoso de cómo, incluso en tiempos difíciles, la humanidad puede brillar a través de gestos simples pero significativos. Es un testimonio de la empatía y la solidaridad que pueden florecer en circunstancias adversas y una historia inspiradorapara considerar la importancia de la comunicación inclusiva y el respeto por las diferencias. 

Después que en 2018 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) evidenció los casos de robo de artesanías como los bordados que recurrentemente eran utilizados por firmas líderes en la moda como lo fue Carolina Herrera, Intropia y Zara, de España; Ralph Lauren, de Nueva York, Rapsodia, de Argentina; Pineda Covalín, de México; Isabel Marat y Hermes, de Francia, se creó una plataforma de Registro de Patrimonio Cultural y Mercado para evitar la explotación comercial. 

En el 2023 la casa de moda Christian Dior y el Museo Kaluz puso en alto el nombre de todos los artesanos y el de la maestra artesana Martina García Cruz quien fue la elegida para recibir el reconocimiento “Kaluz Patrimonio y Cultura” para enaltecer su trayectoria en la industria textil y su trabajo con el telar de cintura. 

La maestra Martina García Cruz originaria de la comunidad hidalguense de Mejay, hoy el Valle del Mezquital, fue la elegida para recibir este premio. Ella es veterana en el uso del telar de cintura, una tradición que se ha ido perdiendo durante los años y ahora es un milagro.

Este reconocimiento se creó en 2022 de la mano de la casa francesa Dior para distinguir a mujeres cuya contribución impulsa la conservación y promoción del arte y el patrimonio mexicano en todas sus manifestaciones. La artesana aceptó entre lágrimas ser parte de la segunda edición, convirtiéndose en la segunda homenajeada con el premio “Kaluz Patrimonio y Cultura”. En 2022 se le entregó a Patricia Ledesma, directora del Museo del Templo Mayor.

Martina García lidera el colectivo Artesanías Domitzu, junto a su hija María Trinidad González García. Martina habló de su trabajo y dijo que se encontró con el telar de cintura porque era “su destino”, y que de otra manera no imagina su vida. La maestra ha hecho del tejido su vida y medio de subsistencia elaborando rebozos, vestidos, morrales, blusas, manteles entre otras piezas a base de hilos de algodón o de ixtle. 

La maestra Martina ha sido reconocida a nivel local e internacional no solo por sus diseños sino por la forma en la que va heredando sus conocimientos a través de sus hijas y diferentes generaciones de mujeres que están abiertas a aprender de ella estas técnicas milenarias manteniendo viva el textil, la artesanía y la cultura mexicana, mencionó Eduardo Remis, gerente de relaciones públicas en Christian Dior Couture.

El algodón lo compra industrializado y el ixtle lo extrae de las pencas del maguey, realizando todo el procedimiento. En ocasiones tiñe ella misma los hilos, con tintes hechos a base de granada, cáscara de nuez, barbas de león, cempasúchil y ciertas tunas nativas.

Los organizadores reconocieron su trayectoria al señalar: “Sus textiles nos inspiran a todos, en una labor colectiva a salvaguardar y promover el patrimonio cultural de México, que todos sabemos que es muy rico, y todos sabemos que tenemos que conservarlo y protegerlo”.