Parece mentira, ¡Pero no lo es!

Un joven matrimonio estadounidense, se dio cuenta de la velocidad con la que sus propios hijos  crecieron y como dejaron zapatos que, en ocasiones, no tuvo más de dos puestas. Lo que quedaba, era regalarlos a alguien esperando que tuvieran una segunda oportunidad, si tenían suerte.

Ante ello nació primero la investigación y luego el proyecto: Crear zapatos para bebes, que fueran cómodos, bonitos, resistentes, pero lo más importante, que disminuyeran su impacto al medio ambiente.

Fue así que Jesse y Meghan Milliken, pusieron manos a la obra. Fue un año de trabajo arduo, pues estaban buscando un producto duradero, pero que al mismo tiempo fuera seguro para los bebes, pensando en que muchas veces, ellos, con su enorme flexibilidad, suelen llevar los pies a sus bocas. Así nació WOOLYBUBS.

Se trata de pequeños zapatos, con un diseño simple y que tiene una importante variedad de colores. Lo especial es que su tela está hecha de una especie de plástico soluble en agua, misma que cubre las cápsulas que venden en las farmacias, o que encontramos en algunas bolsas e incluso, en algunos tipos de detergentes para lavar ropa.

Toda vez que el pie del bebe crece y el zapato ya no le queda, los papás tienen 2 opciones: La primera, devolver los zapatos vía correo convencional para que sean reciclados. La segunda es colocar una olla en la estufa, poner los zapatos, agregar agua hasta que cubran, tapar y esperar a que el agua hierva. En cuestión de 45 minutos, ya no habrá zapatos.

Este “calzado soluble” podría ser una solución interesante, si entendemos que según estadísticas, unos 300 millones de zapatos infantiles son tirados a la basura cada año.

Este proyecto que dio paso a una start up, ha tenido una gran aceptación y lo más importante, está buscando resolver una problemática ambiental en la que todos contribuimos, aun y cuando no eramos conscientes de nuestro impacto en la tierra.

Luego de haber sido los anfitriones del Mundial de futbol el pasado 2018, los rusos decidieron que tenían que hacer algo con todos los vasos que fueron utilizados en los estadios, que superó la cifra de 50,000 unidades.

Fue así que surgió la idea de crear una cancha de futbol, en primer lugar para reutilizar toda esa basura y en segundo para recordar por siempre, aquella vez que vivieron un evento deportivo internacional.

Con la recolección, se construyó una cancha de futbol hecha a base de plástico reciclado, promoviendo la sustentabilidad y la protección al medio ambiente.

Más de 2.5 toneladas de plástico fueron procesadas y convertidas en tiras delgadas para utilizarse posteriormente como una especie de pasto artificial en un campo de 65 x 42 metros ubicado en Sochi, Rusia.

Además de ayudar a reducir el impacto medio ambiental, este programa busca ser un factor de cambio, esperando que otros sigan sus pasos.