En un sorprendente giro de los problemas carcelarios que afectan a gran parte del mundo, los Países Bajos se enfrentan a un dilema único y poco común: el cierre de prisiones debido a la escasez de delincuentes. La innovadora estrategia holandesa, centrada en programas de desvío y rehabilitación, ha demostrado ser tan exitosa que 19 cárceles ya han cerrado en los últimos años, y se espera que otras sigan el mismo camino el próximo año.

La clave de este fenómeno reside en la prioridad que los Países Bajos han otorgado a programas de desvío y rehabilitación. Desviando a las personas del sistema de justicia penal y enfocándose en el desarrollo de las capacidades de los reclusos, Holanda ha logrado reducir significativamente las tasas de reincidencia. El uso de dispositivos de seguimiento en penas comunitarias ha sido un componente fundamental de esta estrategia.

Los recientes planes de cierre de prisiones resalta la posición innovadora y visionaria del país en la reforma de la justicia penal, en un momento en que muchas naciones enfrentan problemas de hacinamiento en sus cárceles.

En la prisión de alta seguridad Norgerhaven, ubicada en el noreste de los Países Bajos, los internos participan activamente en la cocina, aprendiendo habilidades culinarias que van más allá de la simple preparación de alimentos. Jan Roelof van der Spoel, vicegobernador de la prisión, destaca la importancia de abordar las causas subyacentes de la delincuencia.

Los resultados hablan por sí mismos: en los últimos 10 años, el método de rehabilitación ha demostrado ser altamente efectivo. Menos del 10% de los delincuentes reincidentes que pasaron por programas de dos años y rehabilitación personalizada volvieron a prisión. Una tasa sorprendentemente baja en comparación con países como Inglaterra, Gales y Estados Unidos, donde la reincidencia es mucho más alta.

El descenso en las tasas de encarcelamiento también se atribuye a cambios en las prioridades policiales. Mientras que en el pasado, el enfoque estaba en el control de drogas en el aeropuerto Schiphol de Ámsterdam, ahora la policía se centra en la lucha contra la trata de personas y el terrorismo. Esta adaptabilidad refleja una respuesta eficaz a las dinámicas cambiantes de la sociedad.

A pesar de los éxitos, no está exento de críticas. Algunos argumentan que la reducción de los delitos registrados se debe a la clausura de estaciones de policía debido a recortes presupuestarios, lo que dificulta la denuncia de crímenes. Además, la falta de delincuentes ha generado preocupaciones sobre la seguridad laboral y el futuro de los empleados del sistema penitenciario.

En un movimiento inusual, Holanda ha llegado incluso a alquilar celdas vacías a Noruega, importando internos extranjeros para ocupar el espacio disponible. Este enfoque creativo no solo resuelve problemas logísticos, sino que también demuestra la adaptabilidad de Holanda en la gestión de recursos carcelarios.

Un paseo por Veenhuizen, una vez colonia penal cerrada, ofrece una perspectiva histórica sobre la evolución de las políticas carcelarias en los Países Bajos. La transformación de este lugar refleja la capacidad del país para adaptarse y aprender de su propia historia.