A veces, una canción puede abrir puertas. Pero cuando esa canción nace del alma, de la historia de muchas mujeres y de una identidad que resiste con fuerza, lo que se abre no es solo una puerta… es todo un escenario, un nuevo mundo.

Joy Huerta, la voz que conocimos con las baladas de Jesse & Joy, está haciendo historia: ya que es la primera mujer mexicana nominada al premio Tony Mejor Banda Sonora Original. Su nombre ya está en la lista de los llamados “Oscar del Teatro”, gracias a su trabajo musical en Real Women Have Curves: El Musical, una obra que pone sobre las tablas las voces, los sueños y las diversas luchas de mujeres latinas en Estados Unidos.

El reto no era pequeño. Joy no solo escribió canciones: creó un lenguaje sonoro para cada personaje. Una madre que migró con esperanza. Una hija que creció entre dos culturas. Mujeres que resisten con amor, miedo, humor y fuerza. Cada nota y letra fue pensada para darles vida, para que brillaran con toda su humanidad.

Y ahora, ese trabajo la ha llevado hasta lo más alto de Broadway. La competencia es dura: comparte nominación con musicales fuertes como Dead Outlaw y Operation Mincemeat. Pero el solo hecho de estar ahí ya representa un paso gigante para la representación mexicana y latina en uno de los escenarios más exigentes del mundo.

En el camino no estuvo sola. El proyecto fue producido por Angélica Vale y coescrito junto a Benjamín Vélez, con quienes trabajó por más de cinco años para que esta historia llegara al corazón del público. Y lo logró. Tanto, que el próximo 8 de junio su nombre sonará entre los grandes.

Este logro no es solo de Joy. Es un reflejo de todo un movimiento: de artistas que cuentan historias reales,de mujeres que rompen moldes, y de una comunidad latina que por fin se ve —y se escucha— con orgullo en lo más alto del teatro mundial.

Así suena el cambio. Así suena México. Así suena Joy.

Imagina que te dicen: “Vamos a construir una carretera de 550 kilómetros… ¡en medio de un desierto gigante donde ni las sombras se atreven a quedarse!”. Suena a locura, ¿no? Bueno, en China no solo lo imaginó: lo hizo realidad. Y no solo eso, además le plantaron un bosque completo a cada lado. 

La historia comienza en el desierto de Taklamakán, conocido como “el mar de la muerte”. Un lugar donde las tormentas de arena pueden tragarse una carretera como si fuera un juguete, y donde las temperaturas cambian de +50°C a -40°C sin previo aviso. Aquí, donde la vida parece imposible, nació la autopista de Tarim.

¿Pero cómo haces para que una carretera sobreviva donde todo parece destinado a desaparecer bajo la arena? China apostó por la naturaleza: no para vencerla, sino para domarla. Más de 3.000 hectáreas de vegetación fueron sembradas a ambos lados del asfalto. Matorrales y árboles alineados como soldados verdes formando una muralla viviente de 70 metros de ancho y 400 kilómetros de largo.

Sí, un bosque artificial completo en uno de los desiertos más extremos del planeta. Y no es solo por estética. Este cinturón verde actúa como escudo, evitando que el viento y la arena sepulten la vía. ¿Cómo sobrevive? Gracias a cientos de pozos que bombean agua desde un acuífero subterráneo, usando un sistema de riego diseñado con precisión quirúrgica.

Pero hay más: cada 4 kilómetros hay pequeñas estaciones donde viven los trabajadores encargados de cuidar este ecosistema. Viven en pareja, aislados, y solo pueden estar allí por dos años debido a lo extremo del clima. No hay lujos, ni comodidades… pero sí un propósito gigante: que esta carretera nunca desaparezca.

Lo que comenzó como una idea casi imposible hoy es una maravilla de ingeniería y biotecnología. Una lección de cómo, a veces, para sobrevivir al desierto, hay que sembrarlo. Y sí, los árboles también pueden ser héroes.

Todos hemos escuchado ese purrrrr encantador de un gato acurrucado. Para muchos, es música de fondo mientras ven series, leen (o intentan) o simplemente se tiran en la cama. Pero, ¿alguna vez se han preguntado si ese sonido tan relajante tiene algún propósito más allá del “estoy feliz”? La respuesta podría sorprenderles… y encantarles.

Resulta que el ronroneo felino es mucho más que una simple muestra de gusto o comodidad. La ciencia ha ido destapando, poco a poco, un secreto muy bien guardado por nuestros amigos peludos: ese suave zumbido podría ser una forma de curación natural, tanto para ellos como para nosotros.

Sí, tal como lo lees. Cuando un gato ronronea, no solo está pidiendo caricias o anunciando que quiere su comida ya. Las vibraciones que produce están entre los 25 y los 150 Hz, un rango que, sorprendentemente, coincide con las frecuencias usadas en medicina humana para sanar huesos, tejidos blandos y aliviar dolores. En pocas palabras: mientras tu gato duerme plácidamente y ronronea, su cuerpo podría estar en modo reparación.

Pero eso no es todo. El ronroneo también ha sido asociado con la reducción del estrés, tanto en gatos como en humanos. Algunos estudios apuntan a que tener un gato en casa puede disminuir el riesgo de enfermedades cardíacas y hasta reducir la presión arterial. Imagínate: un terapeuta peludo, de cuatro patas, que no cobra consulta.

Lo más alucinante es que aún estamos lejos de entender completamente cómo funciona. Los gatos ronronean cuando están contentos, sí, pero también lo hacen cuando están estresados, heridos o incluso al borde de la muerte. Como si fuera su propio “botón de reinicio interno”.

Así que la próxima vez que tu gato se suba a tus piernas, cierre los ojos y empiece a vibrar como un motorcito, recuerda: no solo te está dando amor. Puede estar sanándose… y de paso, ayudándote a sanar a ti también.

¿Quién lo diría? Tal vez el superpoder más suave del mundo vive en un gato dormilón sobre tu almohada.

Los has visto volar como si fueran magia en movimiento. Pequeños, veloces, brillantes. Los colibríes parecen salidos de un cuento… pero lo que muchos no saben es que están viviendo una pesadilla. En México, estos diminutos guardianes del equilibrio natural están siendo cazados ilegalmente por un motivo absurdo: “amarres de amor”. Sí, rituales que prometen un romance eterno, pero lo que realmente están matando es biodiversidad.

Y ahora, la ley dice: hasta nueve años de cárcel por capturarlos, tenerlos o usarlos en prácticas como esas. ¿Multas? Hasta 600 mil pesos, dependiendo de tu salario. 

¿Exagerado?

Para nada. Esta especie está en riesgo, y cada colibrí que desaparece es una pérdida para el ecosistema.Son vitales para que muchas plantas sigan existiendo: su trabajo como polinizadores mantiene el ciclo de vida de miles de especies. Sin ellos, el equilibrio se rompe.

México tiene el privilegio de albergar 58 de las más de 350 especies de colibríes en el mundo. Pero también tiene el gran reto de protegerlas, porque el tráfico ilegal no se detiene. Muchos son atrapados para venderlos como “amuletos” o usarlos en rituales oscuros. Suena a leyenda urbana, pero pasa más de lo que crees. Y la Profepa, la autoridad ambiental, ya está tomando cartas duras en el asunto.

Además, si lo haces en zonas protegidas o con fines comerciales, la cosa se pone peor: tres años extra de prisión y otra buena multa. ¿Vale la pena arriesgar tanto por una promesa de amor hecha con sufrimientoNUNCA.

La buena noticia es que puedes hacer algo real y con más amor. Si ves un colibrí enjaulado, en venta o algo sospechoso, denuncia. Puedes hacerlo desde tu cel: entra a www.profepa.gob.mx, llama al 800-776-3372 o escribe a denuncias@profepa.gob.mx.

No se trata solo de “salvar pajaritos”, se trata de cuidar el equilibrio que sostiene la vida. Lo que haces importa. Los colibríes no necesitan estar atrapados para traer magia. Déjalos volar, déjalos vivir.

Esta es un noticia de esas que parecen sacadas de una historia de ciencia ficción, pero la realidad es que viene directo de uno de los laboratorios más serios del mundo: investigadores descubrieron algo que podría cambiar la forma en que vemos… ¡nuestros dientes!

Resulta que un grupo de científicos publicó en la revista Science Advances un estudio que conecta dos cosas que jamás imaginarías: la enfermedad de las encías y el Alzheimer. Sí, así como lo lees. Una bacteria que vive feliz en bocas descuidadas podría tener algo que ver con el deterioro cerebral que causa esta devastadora enfermedad.

¿Y cuál es esa bacteria traicionera? 

Se llama Porphyromonas gingivalis, y es la culpable de una condición llamada periodontitis crónica (básicamente una enfermedad de encías avanzada). Pero lo más inquietante es que, según los científicos, esta bacteria puede viajar desde tu boca hasta tu cerebro. Ahí, no solo invade, sino que también libera una proteína tóxica que destruye neuronas y fomenta la producción de las placas asociadas con el Alzheimer.

Antes ya se había visto esto en ratones, pero ahora lo encontraron en tejidos cerebrales de personas reales. Y sí, los resultados son tan sorprendentes que ya se está probando un nuevo medicamento que podría frenar la destrucción cerebral bloqueando estas proteínas malvadas. Un ensayo clínico con humanos está en camino. 

¿Significa esto que si no te cepillas los dientes vas a terminar con Alzheimer

No exactamente. La ciencia aún no confirma si la bacteria es la causa o solo un factor más. Pero lo que sí sabemos es que las personas con Alzheimer suelen tener una higiene bucal más deficiente... lo que hace difícil saber qué vino primero: la enfermedad o el mal cuidado dental.

Lo que sí es seguro es que tu boca es más importante de lo que pensabas. Así que, si estabas buscando una excusa para evitar ir al dentista… mala noticia.  Ahora lo sabes: cuidar tus encías no solo es por estética, podría ser un escudo para tu cerebro.

¿Te ha pasado que comes como si no hubiera un mañana, te prometes que no puedes ni un bocado más… y cuando llega el postre, mágicamente te cabe? No estás loco. Bueno, la explicación ha llegado y no tenemos dos estómagos. Bueno, sí… pero el segundo no está en la barriga, sino en nuestro ¡cerebro!

Un grupo de investigadores del Instituto Max Planck descubrió lo que muchos sospechaban desde la infancia: hay algo muy especial en los postres. Y no, no es solo el sabor ni la presentación, sino cómo el cerebro reacciona a ellos, incluso cuando ya estás al tope de comida.

Todo comienza con unas neuronas llamadas POMC, que viven en el hipotálamo (una región clave del cerebro). Estas neuronas son como el sensor de “estás lleno, deja de comer”. Liberan señales que apagan el apetito… pero solo hasta que aparece algo dulce. Porque cuando el azúcar entra en escena, estas mismas neuronas hacen algo curioso: activan la producción de β-endorfina, un compuesto relacionado con el placer que le dice al cerebro “¡Olvídalo, necesitamos ese postre!”.

Y no eres solo tú. En este estudio, incluso los ratones —que no tienen idea de lo que es una tarta de limón— dejaron de lado su comida alta en grasa y proteína para ir directo a un dulce. Aunque ya estaban saciados, su cerebro desbloqueó ese espacio mágico solo para lo dulce.

¿La razón? Evolución. Hace miles de años, encontrar azúcar era raro y valioso, así que nuestros cerebros se adaptaron para aprovecharlo cada vez que podían. El problema es que hoy el azúcar está en todas partes, y ese viejo instinto puede jugar en contra.

La buena noticia es que entender este “truco cerebral” podría ayudar a tratar problemas como la obesidad. En los experimentos, al bloquear esa producción de endorfinas, los ratones simplemente perdían el interés por el dulce.

En resumen: sí, el estómago del postre si existe… pero no está bajo tus costillas. Está entre tus orejas, y es más emocional que físico. ¿Increíble? Mucho. ¿Peligroso? sólo debemos tener más conciencia, digamos que echarle cabeza.

Así que la próxima vez que digas “¡no puedo más!… bueno, tal vez un brownie”, ya sabes a quién culpar: a tu dulce, dulce cerebro.

Algo grande —de verdad grande— está por pasar en el fútbol femenino. Y no, no es solo un nuevo torneo: es un nuevo escenario, un nuevo sueño, y una nueva forma de hacer historia. La FIFA recientemente acaba de confirmar dos noticias que prometen transformar para siempre el lugar que ocupa el fútbol femenino en el mundo: la Copa de Campeones femenina y el tan esperado Mundial de Clubes Femenino.

La primera parada será en 2026. Ese año arranca la Copa de Campeones Femenina, una batalla directa entre los seis clubes campeones de cada confederación. Cada partido contará con lo mejor de lo mejor: equipos que ya han probado ser reinas en su continente, buscando ahora serlo del planeta.

¡Pero eso es solo el comienzo!

Dos años después, en 2028, el fútbol femenino vivirá algo nunca antes visto: el primer Mundial de Clubes Femenino de la historia. Un torneo con 19 equipos que no solo buscarán levantar un trofeo, sino marcar una era.

Habrá fase de eliminación, grupos, cuartos de final, y por supuesto, drama, goles y mucha emoción. Equipos de Europa, Asia, África, América del Norte, del Sur y Oceanía se enfrentarán por algo más que la victoria: el orgullo de representar a su club, a su gente, a su liga… y a su historia.

¿Por qué es tan importante esto? 

Porque por primera vez, los clubes femeninos tendrán una vitrina global como la que siempre han tenido los hombres. Porque se reconoce que hay talento, pasión, táctica y espectáculo en los pies de mujeres que han entrenado, luchado y soñado sin los mismos reflectores.

Y porque esto va más allá del fútbol: es una señal de que el juego está cambiando, de que la cancha empieza a nivelarse, y de que ser fan del fútbol femenino ya no es una moda, es ser parte del futuro.

Así que sí, prepárate: los próximos años vienen cargados de goles que no solo irán al marcador, sino directito a la historia.

¡El juego ya cambió!

Muy temprano, mientras muchos aún dorminmos o apenas abren sus celularea para saber qué pasó en el mundo, alguien que ya está haciendo historia sin buscar aplausos, ni likes. En los canales mágicos de Xochimilco, donde la Ciudad de México aún guarda un pedazo de su alma ancestral, navega en solitario un kayak con una misión inesperada: rescatar del olvido —y de la basura— un patrimonio vivo.

El protagonista de esta historia No es un influencer, ni un político, ni un activista con micrófono. Es Omar Menchaca, un ingeniero de minas jubilado que cambió los metales por el agua, las oficinas por las chinampas, y que ahora rema cada mañana con un propósito claro: limpiar.

Pero esto no es solo recoger botellas flotantes o bolsas atrapadas entre lirios. Es remar contra corriente, literalmente. Porque mientras las trajineras bailan entre cumbias, risas y tacos, muchas veces dejan tras de sí un rastro de descuido. Y ahí está Omar, sin reflectores, devolviendo dignidad a un ecosistema que todavía respira entre trajineras y selfies.

Tiene 66 años, y su kayak parece una extensión de su cuerpo. Su ritmo es constante, como quien ya entendió que cambiar el mundo no es un sprint, sino una carrera de fondo. Es atleta, guía, contador de historias prehispánicas y maestro accidental de niños que, al verlo, también quieren limpiar.

Lo que hace es simple, pero inmenso. Recolecta residuos mientras otros los ignoran. Navega por senderos de agua que él quiere conservar puros. Y lo hace todos los días, sin pedir nada a cambio. Su kayak, muchas veces, regresa tan lleno de basura que parece que transporta los pecados ajenos.

¿Quién limpia después de la fiesta? ¿Quién cuida lo que no todos ven? Omar no predica con discursos, sino con hechos.

Xochimilco no solo es un lugar bonito para pasear. Es un espejo de lo que fuimos y de lo que podríamos perder si no empezamos a remar todos juntos y hacer con amor este trabajo tan simple de amor como cuidarlo y protegerlo.

En la prisión de Pendleton, en Indiana, sucede algo inesperado: los internos con mejor comportamiento tienen la oportunidad de convivir con gatos rescatados. Sí, gatos. Pero no es solo por gusto, sino un programa de rehabilitación con un impacto profundo tanto en los prisioneros como en los propios felinos.

Se llama FORWARD y, desde 2015, ha logrado cambiar muchas vidas. La idea es simple pero poderosa: los internos seleccionados cuidan, alimentan y conviven con gatos que han sufrido maltrato y que no fueron adoptados debido a su dificultad para socializar. Poco a poco, tanto los reclusos como los gatos aprenden a confiar de nuevo, formando un vínculo que beneficia a ambos.

Los requisitos para participar en el programa no son fáciles. Los presos deben demostrar buena conducta, estabilidad emocional higiene personal. Si cumplen con estos criterios, pueden recibir a uno de los felinos rescatados y convertirse en sus cuidadores. Pero no se trata solo de darles comida y agua: reciben capacitación especial para entender sus necesidades, crearles juguetes y hasta hacerles pequeñas prendas de ropa.

El programa ya cuenta con más de 140 gatos, cada uno con su propia historia de superación. Al principio, muchos de ellos llegaban con miedo, agresividad o problemas de confianza. Pero el tiempo y el cuidado de sus nuevos dueños han transformado su comportamiento. Y lo mismo ha pasado con los internos, quienes encuentran en sus pequeños compañeros una razón para ser mejores.

Los responsables del programa aseguran que la presencia de los gatos ha reducido el estrés y la ansiedad dentro de la prisión. Además, tener un gato se ha convertido en un incentivo para que los internos mantengan una conducta ejemplar, ya que no todos pueden acceder a este beneficio.

Esta iniciativa demuestra que la rehabilitación puede tomar formas inesperadas. A veces, la compañía de un pequeño amigo de cuatro patas es todo lo que se necesita para cambiar una vida.

Veracruz suma un nuevo aliado en la lucha contra la contaminación plástica: el innovador Centro de Reciclaje de PETGAS en Plaza Mocambo. Si alguna vez te preguntaste qué pasa con todo ese plástico que tiramos sin pensar, aquí tienes la respuesta: se puede convertir en energía limpia y poderosa.

PETGAS, una empresa mexicana con una misión verde, transforma residuos plásticos que normalmente terminarían en el mar lleno de combustibles como gasolina ultra premium, diésel bajo en azufre, queroseno, gas o simplemente basura y plástico.

Este proyecto sustentable aterriza en Veracruz con un claro objetivo: descontaminar el Golfo de México y educar a la gente sobre la importancia del reciclaje.

El centro de reciclaje en Plaza Mocambo no es solo un punto de recolección; es un espacio donde puedes aprender sobre tecnologías sustentables y ver de cerca cómo lo que consideramos “basura” puede tener una segunda vida útil. Lo mejor de todo es que cualquier persona puede sumarse a esta iniciativa. Solo tienes que llevar tus residuos plásticos y ser parte del cambio.

Este modelo de reciclaje ya ha sido un éxito en lugares como Tulum, Quintana Roo, y Granada, Colombia. Ahora, en Veracruz, busca impactar de manera positiva tanto en el medio ambiente como en la mentalidad de sus habitantes

La invitación está abierta: si quieres poner tu granito de arena por el planeta, visita el Centro de Reciclaje PETGAS en Plaza Mocambo (zona de estacionamiento, exterior #2).

El cambio comienza con pequeñas acciones, y esta es una oportunidad perfecta para contribuir sin complicaciones. Tu botella de plástico hoy, podría ser energía limpia mañana.