A veces, una canción puede abrir puertas. Pero cuando esa canción nace del alma, de la historia de muchas mujeres y de una identidad que resiste con fuerza, lo que se abre no es solo una puerta… es todo un escenario, un nuevo mundo.

Joy Huerta, la voz que conocimos con las baladas de Jesse & Joy, está haciendo historia: ya que es la primera mujer mexicana nominada al premio Tony Mejor Banda Sonora Original. Su nombre ya está en la lista de los llamados “Oscar del Teatro”, gracias a su trabajo musical en Real Women Have Curves: El Musical, una obra que pone sobre las tablas las voces, los sueños y las diversas luchas de mujeres latinas en Estados Unidos.

El reto no era pequeño. Joy no solo escribió canciones: creó un lenguaje sonoro para cada personaje. Una madre que migró con esperanza. Una hija que creció entre dos culturas. Mujeres que resisten con amor, miedo, humor y fuerza. Cada nota y letra fue pensada para darles vida, para que brillaran con toda su humanidad.

Y ahora, ese trabajo la ha llevado hasta lo más alto de Broadway. La competencia es dura: comparte nominación con musicales fuertes como Dead Outlaw y Operation Mincemeat. Pero el solo hecho de estar ahí ya representa un paso gigante para la representación mexicana y latina en uno de los escenarios más exigentes del mundo.

En el camino no estuvo sola. El proyecto fue producido por Angélica Vale y coescrito junto a Benjamín Vélez, con quienes trabajó por más de cinco años para que esta historia llegara al corazón del público. Y lo logró. Tanto, que el próximo 8 de junio su nombre sonará entre los grandes.

Este logro no es solo de Joy. Es un reflejo de todo un movimiento: de artistas que cuentan historias reales,de mujeres que rompen moldes, y de una comunidad latina que por fin se ve —y se escucha— con orgullo en lo más alto del teatro mundial.

Así suena el cambio. Así suena México. Así suena Joy.

En la prisión de Pendleton, en Indiana, sucede algo inesperado: los internos con mejor comportamiento tienen la oportunidad de convivir con gatos rescatados. Sí, gatos. Pero no es solo por gusto, sino un programa de rehabilitación con un impacto profundo tanto en los prisioneros como en los propios felinos.

Se llama FORWARD y, desde 2015, ha logrado cambiar muchas vidas. La idea es simple pero poderosa: los internos seleccionados cuidan, alimentan y conviven con gatos que han sufrido maltrato y que no fueron adoptados debido a su dificultad para socializar. Poco a poco, tanto los reclusos como los gatos aprenden a confiar de nuevo, formando un vínculo que beneficia a ambos.

Los requisitos para participar en el programa no son fáciles. Los presos deben demostrar buena conducta, estabilidad emocional higiene personal. Si cumplen con estos criterios, pueden recibir a uno de los felinos rescatados y convertirse en sus cuidadores. Pero no se trata solo de darles comida y agua: reciben capacitación especial para entender sus necesidades, crearles juguetes y hasta hacerles pequeñas prendas de ropa.

El programa ya cuenta con más de 140 gatos, cada uno con su propia historia de superación. Al principio, muchos de ellos llegaban con miedo, agresividad o problemas de confianza. Pero el tiempo y el cuidado de sus nuevos dueños han transformado su comportamiento. Y lo mismo ha pasado con los internos, quienes encuentran en sus pequeños compañeros una razón para ser mejores.

Los responsables del programa aseguran que la presencia de los gatos ha reducido el estrés y la ansiedad dentro de la prisión. Además, tener un gato se ha convertido en un incentivo para que los internos mantengan una conducta ejemplar, ya que no todos pueden acceder a este beneficio.

Esta iniciativa demuestra que la rehabilitación puede tomar formas inesperadas. A veces, la compañía de un pequeño amigo de cuatro patas es todo lo que se necesita para cambiar una vida.

¿Alguna vez imaginaste que un perro podría ser la clave para hacer las visitas al dentista menos aterradoras? 

En Quito, Ecuador, un labrador retriever llamado Aldo ha revolucionado la odontología pediátrica al convertirse en el primer perro asistente dental del país. Con su mirada tierna y su naturaleza calmada, Aldo no necesita herramientas ni conocimientos médicos: su presencia es suficiente para cambiar la experiencia de los niños que temen el sillón dental.

En el Centro de Odontología Infantil Parque Dental, Aldo trabaja tres días a la semana, acompañando a pequeños pacientes que enfrentan su miedo al dentista. “Es increíble cómo mi hijo ahora quiere venir al dentista solo para ver a Aldo”, comenta una madre emocionada. Este “dogtor” ha demostrado que el apoyo emocional puede ser tan importante como la tecnología más avanzada.

El secreto de Aldo está en su entrenamiento especializado. Durante dos años, aprendió a calmar y confortar a los niños en entornos estresantes. Mientras los pequeños pacientes reciben tratamiento, Aldo se queda a su lado, listo para ser acariciado o simplemente brindar compañía silenciosa. Para muchos, la ansiedad se disipa con un simple movimiento de su cola.

Los beneficios son notables. Los niños que antes temían ir al dentista ahora se sienten más relajados confiados. Incluso los padres han notado la diferencia: menos lágrimas, menos resistencia y más sonrisas.

El éxito de este adorable asistente dental ha inspirado a otros consultorios en Ecuador a considerar la inclusión de perros de asistencia. Además, este modelo innovador podría extenderse a hospitales pediátricos y clínicas de salud mental, demostrando que los perros no solo son el mejor amigo del hombre, sino también aliados en la salud emocional.

Así que, si alguna vez te encuentras en Quito, no olvides pasar por el consultorio donde trabaja Aldo, el “dogtor” que está conquistando corazones y borrando miedos.