¿Sabías que el helado no solo es delicioso, sino que también puede mejorar tu estado de ánimo

Más allá de ser el postre perfecto para los días calurosos o para disfrutar con amigos, el helado tiene el poder de hacernos más felices. Según un estudio pionero realizado en 2007 por el Instituto de Psiquiatría de Londres en colaboración con Unilever, comer helado activa zonas del cerebro relacionadas con el placer y la recompensa. “No es solo un gusto; es casi como una dosis de felicidad”, explica uno de los investigadores.

Este estudio utilizó resonancias magnéticas funcionales (FMRI) para observar cómo el cerebro responde al helado. Los investigadores analizaron la actividad cerebral de los participantes antes y después de consumir una pequeña porción de helado de vainilla. ¿El resultado? Se detectó una notable actividad en la corteza orbitofrontal, una región del cerebro clave para experimentar placer. “Es sorprendente ver cómo algo tan sencillo puede activar tan profundamente nuestro centro de recompensa”, comentó el equipo de investigación.

Y eso no es todo: los alimentos dulces, como el helado, pueden desencadenar la liberación de endorfinas, las conocidas “hormonas de la felicidad”. Este fenómeno ayuda a explicar por qué nos sentimos tan bien al disfrutar un helado, especialmente en situaciones felices como reuniones familiares o celebraciones. Así, el helado no es solo una cuestión de sabor, sino también de recuerdos y emociones.

La próxima vez que tengas un mal día, una porción de helado podría ser justo lo que necesitas para darle un giro a tu ánimo. Como dicen los expertos, “un helado puede ser mucho más que un simple postre; es una forma de bienestar en cada cucharada”.

En medio de un mundo donde el estrés y la ansiedad son cada vez más comunes, la ciencia nos brinda una revelación emocionante: vivir cerca del océano no solo es un placer para los sentidos, sino también una receta para el bienestar mental y emocional.

Las olas que acarician la costa, el olor a sal en el aire y la vista del vasto horizonte marino no solo son elementos de un paisaje encantador, sino también potentes catalizadores de nuestra salud mental. Estudios científicos demuestran que el contacto con el mar reduce los niveles de estrés psicológico y mejora nuestro bienestar general.

Un reciente estudio revela que aquellos que pasaron su infancia cerca del agua, ya sea en la costa, lagos o ríos, disfrutan de una mejor salud mental en la edad adulta. La exposición a estos entornos durante la niñez se asocia con un mayor bienestar subjetivo y una reducción del riesgo de problemas de salud mental en la vida adulta.

La investigación, realizada en 18 países con más de 15,000 participantes, resalta la importancia de la exposición temprana al mar en el desarrollo emocional y mental. Los recuerdos de experiencias en entornos marinos durante la infancia se correlacionan con una mayor apreciación por la naturaleza y una predisposición a disfrutar de entornos naturales en la edad adulta.

Mathew White, coautor del estudio, enfatiza la necesidad de proporcionar entornos naturales accesibles y seguros para el sano desarrollo de nuestros niños. Este llamado no solo es para los planificadores urbanos y autoridades locales, sino también para los padres y tutores, quienes tienen la responsabilidad de fomentar el contacto con la naturaleza desde una edad temprana.

Los beneficios de crecer junto al mar no se limitan a una sensación temporal de felicidad, sino que tienen efectos a largo plazo en nuestra salud mental y emocional. Ahora más que nunca, reconocemos el valor terapéutico del océano y la necesidad de integrarlo en nuestras vidas para cultivar un bienestar duradero.